Como cada día, un bar del centro de Madrid abre sus puertas. Son las 9 de la mañana y el establecimiento se llena de personas de lo más variopinto. Una de ellas sale con prisa, pero al pisar la calle recibe un certero disparo en la cabeza. Ninguno del resto de clientes se atreve a socorrerle ni a huir. Atrapados en el bar, empezarán a confesar sus pecados.